lunes, 12 de diciembre de 2011

Reflexión 1

Hay momentos en la vida en los que
el tiempo parece detener sus pasos...
los acontecimientos juegan en el bando contrario.
El despertador no suena,
te cortan el agua caliente,
se termina el gas,
te llega una multa por exceso de velocidad,
tu pareja te deja sin previo aviso,
el banco te cobra porque sí una comisión de caducidad,
el cielo decide levantarse gris y descarga su agua
justo cuando estás a punto de llegar,
te tropiezas con la única piedra del camino,
y al caer lo haces sobre excrementos de un perro sin dueño...
Los yogures se han caducado en la nevera,
te golpeas con la única esquina del salón,
te llaman cinco veces para ofrecerte congelados,
un cambio de servidor y un lugar en el campo santo
justo cuando estás en la hora de la siesta...


Y cuando vas a tirar la toalla al cesto de la ropa sucia,
con ánimos y excusas incluidas,
unos mormones deciden que es el momento de ofrecerte una nueva opción existencial...
El caos te rodea, la crisis inunda los periódicos y las bocas que dialogan en el supermercado,
tu cuenta está una vez más en números rojos y andas haciendo malabarismos con la salud...


Hay momentos en los que no sabes muy bien porqué,
el mundo parece conspirar para borrar la sonrisa de tu rostro una y otra vez
y lo único que deseas es esconderte bajo las mantas a esperar
que el día siguiente comience con un poco de calma, tan solo un poquito de tranquilidad..


Es justo en esos instantes en los que todo va de mal en peor
y hagas lo que hagas la ley de Murphy rige todos los movimientos a tu alrededor...
cuando más se activa nuestro mundo interior,
cuando nuestros sueños piden a gritos un poco de magia,
cuando deseas con toda la fuerza posible que el mundo cambie su giro.


Es justo en esos momentos, cuando una chispa de luz, 
muy en el fondo de nuestra persona comienza a brillar
pidiendo a gritos un poco de atención.
Algo muy dentro sabe que no basta con dejarse llevar por los acontecimientos 
y sentir que "todo lo malo me pasa a mi" o "que las desgracias nunca vienen solas"...


Cuando todo va de mal en peor, es el momento perfecto para activar la fuerza interior 
y empezar a accionar los mecanismos de superhéroe de la vida diaria que todos llevamos dentro.
Porque estoy convencida que todos tenemos un poder de reacción 
que se activa si asumimos que no puede ser así sin más;
que no estamos a merced de las circunstancias, 
sino que somos nosotros los que las hacemos mejores, 
si las miramos con ojos nuevos.


Es sencillo:


En vez de esconderse, afrontar.
En vez de aceptar, reinterpretar.
En vez de excusarse, usar.


En vez de protestar, positivar.
En vez de esconderse, reaccionar.











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